" Reflejos"

Hay muchas formas de reflejar la realidad. No solo nuestra cara y nuestros ojos muestran lo que no se ve de nuestro interior, ni solo el espejo tiene el monopolio de enseñarnos el rostro que nunca vemos. La naturaleza y todo lo que nos rodean también reflejan cosas. Por eso en esta práctica sobre los reflejos me he centrado en este último aspecto.
El agua. La primera foto es un árbol, más concretamente, un sauce llorón de la charca de Yamaguchi. Es otoño, y el marrón amarillento de sus hojas acentúa más su carácter melancólico. Como esta situado al borde de la charca, se puede observar perfectamente su reflejo en el agua, el tronco y las ramitas están perfectamente dibujados sobre aquella superficie cristalina.
La luz. El sol que se mueve a lo largo del día y cuya intensidad no es igual siempre, dependiendo de las nubes, la lluvia o de la estación del año, es una fuente mágica de reflejos. En la segunda foto se ve un atardecer reflejado en un edificio, indirectamente. Se podría titular: “Atardece en la ciudad”. Un atardecer de campo o de mar se mostraría únicamente mediante el campo o el mar. En cambio, en la ciudad, no tan pura y directa como la naturaleza, la sombra ascendente sobre la fachada de los edificios y el sol dando sus últimos destellos en las ventanas es lo que nos indica el fin del día.
La tercera foto, una vez más, tiene que ver con la luz. El sol al está escondido tras las nubes y éstas descomponen sus rayos reflejándolos en el aire. La luz sale de entre las tinieblas. Parece que la tierra cantara al salir la luz majestuosa.
Y de elementos de la naturaleza pasamos a realidades más cotidianas. El tendedero de la ropa. Al entrar la luz por las ventanas se ilumina el suelo en el que se refleja la “X” de metal. Se crea la simetría sin necesidad de un arquitecto, sin necesidad de utilizar escuadra ni cartabón.
Paseando por la calle observé el interior de una peluquería que tenía una gran cristalera. Me paré a observar. Espejos, más espejos, cristales en las ventanas en los mostradores, en los muebles que guardan los champús… Primero saqué fotos a la peluquera de espaldas, que peinaba a una clienta sentada orgullosa en la butaca, mientras ojeaba una revista. La cara de la señora lectora y de la peluquera afanosa se reflejaba en el espejo. Pero, esta foto no salió muy bien, pues con el cristal y la distancia no se veía demasiado clara la imagen. Así que opte por aprovechar los inconvenientes: hacer un “colage” de reflejos y la escalera de caracol en medio que divide la foto.
La última foto no es muy buena, pero me llamó la atención el reflejo que producían las cortinas de mi cuarto en la pared con el sol de la tarde. Una luz anaranjada y un reflejo que dibuja formas con un cariz romántico. La columna que está mas cerca parece estar empapelada con el reflejo o como si éste estuviera pintado. Luego, más al fondo, ya se pueden notar los pliegues de las cortinas y un cuadro solo con luz, que refleja un trozo de ventana que no está cubierto por aquella tela inspiradora.
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